Una vez, siendo niña, alguien me dijo, "no me defraudes" . No se si le defraudé, pero yo defraudé mis sueños. Muchas veces nos perdemos por el camino por el simple hecho de que no es el nuestro, e intentando "no defraudar" engañamos a nuestra ilusiones y aparcamos nuestro sueños...y ellos nos echan de menos.
Esa necesidad de que el alma hable, a veces susurrando, a veces chillando, pero necesidad a fin de cuentas, de expresarme, de sentirme, de vivirme, pero sobre todo, de salvarme.