Devorando cisnes se labraron muchos el porvenir —por venir diciendo algo— Invisible corazón que devora esperanza(s) Vida de la que llaman civilizada ellos, ellas, la opulencia renombrada. Esperpento reflejado en las caras. Deambulando sin seguro de asistencia técnica por una autopista de seis carriles. Desvencijada la postura del joven que voló en busca del salvavidas mirando de frente al miedo. ¡De frente! Más alto que las nubes se encontró el muro, inalcanzable, infranqueable. Construido con ladrillos agrietados, lleno de agujeros (re)llenados, resquebrajando la casa que habitaba el del primero izquierda, o el del segundo derecha, la mano no importa. Al final, se derrumba. Sin estruendo, sin consecuencias, suyas. Derruido el aliento en el lodo de los que juegan al Monopoly con tus sueños —y tu dinero—. Entre prebendas, grandes cenas y comidas que nos quitan para tirar a la basura. Miran para otro lado, esquivando las cestas de la compra vac
Esa necesidad de que el alma hable, a veces susurrando, a veces chillando, pero necesidad a fin de cuentas, de expresarme, de sentirme, de vivirme, pero sobre todo, de salvarme.