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Mostrando entradas de agosto, 2015
El dolor existe El dolor existe en cada gota de bondad. Grita a voces por ser perdonado, pero su ser es inquebrantable, e inevitable. Tiene que estar. Tiene que ser. Sentir. Doler. Marcar. Enseñar. Y quedarse para recordar lo que una vez fue. Siempre será. Y jamás olvidarás. Sigues caminando. Viviendo.

Algún día

Algún día El hambre de tantos años, se acumula en el centro de todo lo que eres. La mayor  parte de los días no molesta, simplemente duerme, pero a ratitos abre los ojos y se despierta. Ruge, se remueve, grita y llora desesperado, hasta que consigue oírte, y vuelve a dormirse. Son esos momentos, de desesperación, de anhelo. Son esos momentos, en los que te rompes, en los que mueres un poquito por dentro. Día tras día te va quedando menos. Día tras día repites tu verdad. Algún día... el hambre se irá.

Cómo decir te quiero sin esperar respuesta

Cómo...? Cómo decir te quiero…sin esperar respuesta Dibujando en el viento tu sonrisa con los colores de mis recuerdos. O cerrando los ojos para estirar mi mano y rozar con mis dedos tu cara en el hueco vacío de tu cuerpo junto al mío en la cama. Soñando despierta con tu mano aferrada a la mía mientras camino sola por la arena. Besando tus labios, ¡divino sabor de fruta prohibida!, en cada pareja que mis ojos contemplan amándose en el banco de debajo de mi casa. ¡Cómo decir te quiero sin esperar respuesta! Soñando con momentos que no llegan. Imaginando una vida completa a mi alma desconocida. Amando con todas mis fuerzas. Amando… ¿Cómo decir te quiero sin esperar respuesta? Quererte es la respuesta.

Desde que te respiro

Desde que te respiro ando mejor de lo mío El médico me ha dicho que los delirios han desaparecido. No hay restos de intoxicación, y trago mejor las dichas, incluso tras las desdichas. Ya no necesito reposo, ni guardar los milagros para otro momento. Ahora, tan sólo vivo de mirarte cada mañana cuando me despierto, cada noche cuando me acuesto, y pensarte en los momentos de vacío. Dejé las pastillas y el viejo tratamiento de evitar los disgustos. Hay días que aún me pierdo -dios me libre de salir del laberinto- pero contigo, me parece divertido. Nunca entendí la diferencia entre analgésicos y antiinflamatorios, pero cuando te tomo despacio y a pequeños sorbos no hay culpa que me duela en el pecho. La cabeza ya ni te cuento, se me perdió aquella noche que te miré a los ojos, creo que aún anda buscando la salida de este cuento, en alguna hoja perdida de esta historia de locos. Si de enfermedad he de morir