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Mostrando entradas de octubre, 2015

Showroom

Voy a desvestirme despacio. Poco a poco. Me iré quitando las dudas de encima. Desabrocharé la tristeza, soltaré el odio de las piernas y, con mucha delicadeza, desataré la responsabilidad atada        a      la        espalda. Dejaré cada cosa en su sitio, dentro del armario que abro y cierro cada vez que busco algo (nuevo) para despistar el mal cuerpo. Al final, siempre me pongo lo mismo, pero yo siempre lo intento. Mañana volveré a abrirlo y me pondré de nuevo toda mi ropa para vestir el día desnudo y  cubrir la piel abierta. Quizá, pruebe algo diferente y me ponga la tristeza debajo y la sonrisa encima. Superponer tendencias dicen que está de moda.

De vez en cuando me pierdo

Puede que me pierda de vez en cuando, lo admito. Entre dimes y diretes, prisas y cagando leches, ahoras y de inmediato. Pues sí, lo más lógico es marcharse y perderse. Para no volver. Las expectativas simpre te las ponen altas, y lo normal es que tu quieras saltar aún más alto, ya sabes por eso de quedar bien. Ante el espejo. Ese que ni te mira. Ese que tu crees que te mira. Ante semajante alarde de "valentía" (para entendernos mejor, llamémoslo gilipollez), lo más normal es que te caigas. Sí. De bruces y sin almohadillas. Y sí, te haces pupa. Deberíamos aprender de la experiencia (dolorosa) que nos deja marcados de heridas de esas que no se ven. De esas que se llevan por dentro. Escondidas debajo de la sonrisa tan bien puesta. Pero como "los debería", lo normal es que nos los pasemos por el forro de los pantalones (a la altura de los cojones siempre), pues repetimos la experiencia. Al final, llegaremos a viejos, si llegamos, y seremos como casi todos. Queji

Un domingo de lluvia

Un domingo de lluvia Te dejas caer un domingo (cualquiera) de lluvia, estrellando tu olvido contra el cristal. Despertando lo que fue mi vida del sueño (que fue la tuya). Inundando de mar todo lo que rodeaba el infierno instalado en ese invierno, que por momentos, nunca termina. Por un momento, cerré los ojos, y no escuché tu latido de súplicas. Por un momento, abrí la ventana y dejé que te escaparas.

Nunca me dijo adiós

Vi su espalda mientras se alejaba. Antes de girar y doblar la esquina se dió la vuelta, por un instante me miró, y me vió. Una vacía sonrisa asomó en su rostro, luego se volvió y siguió su camino. No la he vuelto a ver, pero nunca me dijo adiós.

Quizá

Quizá este sea el momento, ese en el que por fin miras de frente a la vida, y sin miedo, te lanzas a ella. De lleno. Sin paracaídas. Con las manos abiertas y el cuerpo suelto, para que los golpes no duelan tanto. Quizá hoy te atrevas, a soltar el pasado que arrastras de lejos y cargas por encima del mañana. De golpe. Sin mirar atras. Dejando el paso liviano de quien aún quiere soñar y volar. Quizá el miedo vuelva una vez más, por la espalda y sin avisar, tu estómago siempre lo olerá. De nuevo. Sin piedad. Sembrando los días con todas las pesadillas de aquellas noches perdidas en la oscuridad que nunca te dejan en paz. Quizá. El quizá siempre vuelve. Quizá, hoy lo dejes pasar, de largo. Quizá.