Inspirado en "El desierto de mi isla" de Elvira Sastre Soy una isla. Paraíso extraño en el que me hallo y me hundo, tendida al sol, con la piel abierta y resquebrajada por el calor que aprieta desde lo alto y profundo del ser. Humana. Rodeada de mar. ¿Cómo no ahogarse? Cómo no aprender a nadar. -Ven, báñate conmigo pero no te quedes más de lo necesario que la compañía te asusta, recuerda-. Y a mí, hay sombras que me abruman si se alargan demasiado en pleno día. No siempre es verano en las playas, el agua también llueve lejos de las olas mojando la brisa que abraza la arena, el cielo, los árboles y las rocas. Entonces nadie quiere ser isla. La mayoría prefieren ser casa que no es lo mismo en todas partes, ni siempre cobija. Pero yo, allí, en medio de la tormenta, de la nada que nada espera me quedo quieta, siendo ese sueño donde muchos se camuflan como iguanas de la vida. Y soy tronco, soy hierba, soy tierra, soy piedra. Soy gota que ah
Esa necesidad de que el alma hable, a veces susurrando, a veces chillando, pero necesidad a fin de cuentas, de expresarme, de sentirme, de vivirme, pero sobre todo, de salvarme.